Lo bueno es que al ser de temporada están muy bien de precio, dentro de lo que ha subido todo en estos últimos tiempos. Por eso debéis ir comiendo las que estén es su mejor momento. Seguro que vuestro frutero os lo contará, pero un buen truco es ver cómo baja el precio a medida que está en su máximo esplendor de sabor.
También son fantásticas para conservarlas. Ya sabéis que en el campo siempre andamos guardando alimentos para cuando la tierra no nos da nada. Aprovechar las largas y cálidas tardes de primavera y verano para preparar deliciosas compotas y mermeladas. Son de esos placeres que en invierno te dan mucha vida cuando nos preparamos una tostada por las mañanas o las utilizamos para celebraciones especiales, tanto para recibir en casa como para regalarlas.
Pero si hay una manera maravillosa de conservarlas, es congelarlas. La mayoría congelan muy bien y son estupendas para hacer ricas recetas en casa. Congelar las frutas te aporta además nuevas texturas. Para preparar helados son absolutamente maravillosas.
Estoy empezando a pensar en cambiar título del artículo y en lugar de bombones de verano, llamarlos “mis tesoros culinarios” por el juego que dan en la cocina, la de nutrientes y vitaminas que nos aportan y porque nos dan mucha alegría. ¿O no te pone contento comerte unas fresas recién cogidas o sandía fresquita?